La NASA llama a las cúpulas de Gruithuisen un “enigma geológico” y por una buena razón. Estudios previos han demostrado que la composición de estos domos, que están hechos de magma rico en sílice, es completamente diferente del material que conforma el resto del terreno circundante, que es magma a base de basalto.
La diferencia clave entre estos dos tipos de materiales es que, aunque el magma a base de sílice es más viscoso y no se mueve rápidamente, la lava de basalto es delgada y de naturaleza líquida. Fue la naturaleza viscosa de la lava silícica lo que impidió que la lava fluyera y creara estos domos en la superficie de la luna en primer lugar.
Sin embargo, lo que deja perplejo la presencia de magma silícico en la luna es el hecho de que este tipo de magma normalmente requiere agua y placas tectónicas para formarse. Ni el agua ni ninguna forma de tectónica de placas existen actualmente en la luna. Entonces, la gran pregunta que ha preocupado durante mucho tiempo a los geólogos lunares es el misterio detrás de los orígenes de estas características en la superficie lunar sin estos ingredientes esenciales.