Como era de esperar, esta marca icónica proviene de una historia origen. En 1820 se vendió la granja de la familia Walker y el dinero ganado se utilizó para abrir una tienda de comestibles en la ciudad de Kilmarnock. En ese momento, los tenderos llenaban sus estantes con whisky escocés de malta; sin embargo, su calidad carecía de consistencia. John Walker, jefe de la nueva empresa, no estaba contento con esta deficiencia y comenzó a mezclar diferentes botellas hasta que el producto cumplió con los estándares del sorbo anterior y todos los que siguieron.
Cuando John murió en 1857, su hijo, Alexander, se hizo cargo del floreciente negocio. En ese momento, Gran Bretaña era el epicentro de la Revolución Industrial y las mercancías podían llegar a todos los rincones del mundo a través del ferrocarril. Diez años más tarde, Alexander presentó la icónica botella cuadrada y la etiqueta en ángulo de Johnnie Walker, dos estrategias cuidadosamente implementadas para ayudar a que el whisky escocés se destaque en los estantes junto a sus competidores.
En 1908, Tom Browne, un ilustrador británico, creó el Striding Man, un emblema encargado por la familia Walker para promover la energía, la innovación y la visión de futuro de su marca. Durante los siguientes 30 años, Johnnie Walker estuvo disponible en 120 países y llenó los vasos de todos, desde miembros de la alta sociedad hasta estadistas.
Hoy en día, Johnnie Walker es la marca de whisky más grande del mundo y, a pesar de este éxito sin precedentes, Johnnie Walker continúa animándose a sí mismo y a sus clientes a “seguir caminando”. Aunque Johnnie Walker está disponible en una amplia variedad de estilos y ediciones, Black Label es la mejor forma de empezar.