No, no el remake de 2012. Estamos hablando del vehículo surrealista, onírico y muy infravalorado de Arnold Schwarzenegger de 1990, dirigido por Paul Verhoeven. Cuando esta película no segmenta la cara de Arnold ni le saca los ojos del cráneo, emprende el vuelo destruyendo tu cordura.
A lo largo de la ejecución de la película, no queda claro deliberadamente si las experiencias bastante extrañas que ocurren son reales o solo un sueño viviente que el personaje de Arnold, Quaid, le ha inyectado la sociedad. En un momento, otro personaje incluso le dice a Quaid que se ha sumergido demasiado en el sueño y que si no se despierta, lo lobotomizarán.
Por cierto, Quaid le dispara a este tipo. Ups. Al final de la película, llegó a Marte, agarró a la niña y logró esparcir cielos azules por todo el Planeta Rojo en cuestión de minutos. Wow, cielos azules en Marte, ¿eh? Es genial.
Excepto que al principio, la película deja caer una señal subliminal que te dice exactamente lo que va a pasar mientras estás demasiado distraído para prestar atención. Cuando Quaid se instala por primera vez en Rekall, un técnico de fondo llamado Ernie comenta casualmente sobre el horario de Quaid y dice: “¡Es un nuevo cielo azul en Marte!” Así que sí, Quaid probablemente fue lobotomizado. Según Verhoeven, Quaid “ama tanto el sueño que no quiere despertar”. Los espectadores se habrían quedado atrapados allí con él si no fuera por ese pequeño y descarado Ernie.