Odiamos decirlo, pero una de las actuaciones más memorables de Olivia Cooke está en una película que no valió la pena. “Katie Says Goodbye”, el debut de Wayne Roberts en 2016, podría haber sido un drama independiente que invita a la reflexión. Pero es una experiencia frustrantemente vacía y cruel que desperdicia su talentoso elenco.
Cooke interpreta a Katie, una joven de 17 años que está ansiosa por poner su vida en un pueblo pequeño en el espejo retrovisor. Trabajando a tiempo parcial en el restaurante local y prostituyéndose, apoya económicamente a su madre descarriada mientras intenta ahorrar para mudarse a San Francisco. Cuando el ex convicto Bruno (Christopher Abbott) llega a la ciudad, Katie piensa que puede haber encontrado un compañero para unirse a sus sueños de vida en la gran ciudad, pero el destino tiene otros planes.
Sobre el papel, esta es una premisa prometedora. Pero la forma en que se desarrolla la historia de Roberts, escena tras escena en la que Katie es tratada con traición y abuso por casi todos los que conoce, no tiene nada de significativo desde el punto de vista emocional o narrativo. Personajes unidimensionales, una secuencia de asalto sexual filmada de manera desconcertante en una sola toma y una conclusión poco inspiradora hacen de “Katie Says Goodbye” una película olvidable (y, en el peor de los casos, insultante).
Si usted o alguien que conoce ha sido agredido sexualmente, hay ayuda disponible. Visita el Sitio web de la Red Nacional de Violación, Abuso e Incesto o comuníquese con la línea de ayuda nacional de RAINN al 1-800-656-HOPE (4673).