La premisa: La familia feliz Eric (Jonathan Groff), Andrew (Ben Aldridge) y su hija adoptiva Wen (Kristen Cui) se van de vacaciones a una remota cabaña en el bosque. Su escapada pacífica pronto se ve interrumpida por un grupo de cuatro extraños liderados por Leonard (Dave Bautista), corpulento y de voz suave, que afirma estar allí para evitar el apocalipsis. Eric, Andrew y Wen deben aceptar sacrificar voluntariamente a uno de los suyos. Si no lo hacen, Leonard y sus asociados se suicidarán, uno por día. El apocalipsis tendrá lugar tras la muerte del último de ellos. Los noticieros parecen apoyar la historia de Leonard, así como sus visiones (supuestamente) proféticas.
El giro: Aunque la evidencia circunstancial sugiere que los intrusos pueden ser homófobos con un elaborado plan de venganza, resulta que están diciendo la verdad. El apocalipsis llega después de que Leonard se suicida, y con los aviones cayendo del cielo y los rayos consumiendo el paisaje, Eric accede a morir, recuperando su fe tentativa. Andrew le dispara y el fin del mundo termina abruptamente.
El factor sorpresa: Siempre iba a ser 50-50. O Leonard dice la verdad o no la dice. Cualquier otro giro, como si fuera una simulación o algún tipo de prueba, corre el riesgo de recauchutar material de “Old” o “The Cabin in the Woods”. Una vez más, sin embargo, Shyamalan sorprende a los lectores del libro original, “La cabaña en el fin del mundo”, en el que Wen muere y el apocalipsis sigue siendo incierto.