“Hereditary” de Ari Aster es sin duda una de las películas más aterradoras del siglo, si no de todos los tiempos. Si bien Aster está a nivel de maestro en su primer largometraje, es realmente la interpretación desgarradora, desconsolada y aterradora de Toni Collette lo que eleva a “Hereditary” por encima del género de la casa embrujada. Collette es tan buena aquí -a decir verdad, inequívocamente- que merece mención no solo entre los grandes del terror, sino en la época de los grandes del cine. Es una actuación trascendente y aterradora.
El mejor momento de Collette llega durante la memorable cena del segundo acto. Cuando Annie de Collette se sienta a cenar con su esposo (Gabriel Byrne) y su hijo Peter (Alex Wolff), la tensión entre ella y Peter es palpable. Mientras discuten, ambos lidiando con el dolor a su manera, Collette explota y ataca a Peter por su egoísmo mientras lo culpa por la muerte de su hija menor, Charlie (Milly Shapiro). Es un tour de force, claro, pero también es el momento más aterrador de la película. En una película llena de cultos siniestros y varias decapitaciones, eso es decir algo.