En sus inicios, “Peaky Blinders” no era solo un programa sobre Tommy Shelby, sino sobre toda la familia criminal Peaky, cada uno lidiando con sus demonios personales en un mundo despiadado. Está Arthur (Paul Anderson), el hermano mayor de Tommy que es propenso a los ataques de ira seguidos de un odio abyecto hacia sí mismo; Polly Gray (Helen McCrory), la tía de Tommy que vivió una vida difícil y como resultado endureció su propio corazón; La hermana de Tommy, Ada (Sophie Rundle), que quiere dejar atrás una vida delictiva pero sigue siendo absorbida por ella.
Las temporadas posteriores ven personajes más convincentes agregados a la trama, como Lizzie (Natasha O’Keeffe), la ex prostituta que se convierte en la esposa de Tommy y sufre por sus planes e infidelidades. Incluso personajes antagónicos como Major Campbell (Sam Neill) y Luca Changretta (Adrien Brody) tienen historias de fondo que se suman a sus motivaciones y los convierten en algo más que simples villanos para ser abatidos por la pandilla Blinders.
Hubiera sido fácil que la trama se perdiera entre los muchos hilos entrelazados de los personajes, pero “Peaky Blinders” hace un buen trabajo entretejiendo los arcos personales de los personajes en la narrativa principal en lugar de dejar que dominen los procedimientos, al menos en el primeras cuatro temporadas, antes de que el enfoque comenzara a cambiar exclusivamente a Tommy.