“Possession” es increíblemente multifacético. Es una película de divorcio, arte escénico y una secuela o spin-off de “Exorcist”. Es una experiencia verdaderamente indescriptible que provoca risas dolorosas y gemidos en igual medida. Protagonizada por una aterradoramente brillante Isabella Adjani y Sam Neill (que puede interpretar a un padre adorable y al demonio encarnado en segundos), es una película llena de política y dolor. Dirigida por Andrzej Żuławski, “Possession” sigue a Mark y Anna, una pareja que acaba de separarse después de que sale a la luz la aventura de Anna. Poco después, su comportamiento se desquicia y parece atraída por fuerzas externas, lo que implica que hay algo profundamente mal, más allá de los negocios.
“Possession” es el tipo de película que puede ser alienante en su rareza. Cada toma se puede interpretar como algo diferente, y cada movimiento de cámara se siente como si hubiera sido dibujado con un propósito. Es completamente abrumador. Las profundidades de “Possession” van más allá de mi análisis, pero a pesar de eso, es una historia que se siente dolorosamente veraz. Destaca la delgada línea entre el amor y el odio, la toxicidad de pasar la vida con alguien y verlo cambiar. Nos lastimamos unos a otros, ya sea que un demonio esté involucrado o no, no importa.