En virtud de ser la única alma viviente que conoce el secreto de Bruce, Alfred (Andy Serkis) tiene la carga de la objetividad de la que Bruce, en su búsqueda por vengar a sus padres, carece dolorosamente. Cada noche, Bruce llega a su casa en la cueva y se dedica a administrar sus archivos, diarios e investigaciones en curso. Es Alfred (lo más parecido a un padre que tiene Bruce) quien debe realizar la desafortunada tarea de señalar la naturaleza ineficaz e insostenible de sus esfuerzos. Pero, como muchos que aman a alguien con tendencias autodestructivas, trata de ser solidario mientras espera aclarar la situación.
Tal como sucedió con el Batman de Christian Bale, son las respuestas y reacciones de Bruce las que hacen que estos controles de realidad matutinos sean tan deprimentes. Ya hemos establecido por la propia admisión de Bruce que en realidad no le importa morir haciendo lo que hace. Pero cuando Alfred lo insta a pensar en el legado de su familia, mientras él continúa ignorando el manejo de su fortuna o el negocio que le dejó su padre, Bruce comenta que su misión como Batman es el legado de su familia.
Eso por sí solo sería una declaración bastante sombría, pero cada vez que Alfred lo presiona más, Bruce responde con pensamientos insensibles y egoístas para poner a Alfred en su lugar. Cuando Alfred intenta ser firme, Bruce le recuerda a Alfred que él es su mayordomo y no su padre. Cuando Alfred no deja que Bruce vaya a un funeral sin gemelos, para mantener las apariencias, obliga a Bruce a usar los suyos, a lo que Bruce le pregunta si el propio Alfred es un Wayne. Esta es una pregunta cuya respuesta pretende lastimar a Alfred por sugerir una conexión con este linaje. Bruce está demasiado nublado por la venganza como para siquiera pensar en ello.
Alfred le explica a Bruce que fue su Thomas Wayne quien le dio los gemelos y que era lo suficientemente cercano como para ser parte de la familia del hombre que Bruce se suicida todas las noches en venganza.