Isaccea, Rumania En un transbordador del Danubio azotado por el viento y las olas, los refugiados ucranianos que huyen de su país tras la invasión rusa esperan para pisar Rumanía. Acaban de cruzar el río que separa la guerra de la paz.
Desde que las fuerzas rusas lanzaron un ataque el 24 de febrero, más de un millón de personas han huido de Ucrania, según ACNUR.
Según el primer ministro rumano, Nicolae Ciuca, hasta el jueves por la mañana, 118.461 refugiados ucranianos habían ingresado a la vecina Rumania. Muchos pasaron por otros países, pero Ciuca dijo que al menos 46.435 personas permanecieron en Rumania.
En el puesto fronterizo de Isaccea, algunos llegaron a Rumanía a pie, empujando trineos o calesas, otros consiguieron pasar en sus coches, empacando lo poco que podían llevar para escapar de la guerra.
Las fuertes nevadas han azotado la zona en los últimos días y los refugiados que hacen cola para tomar el ferry sienten el frío en los huesos. Algunos llegan tarde en la noche, empapados.
“Un camionero turco vio a mis tres hijos y nos ofreció su cabaña para que no pudiéramos pasar frío”, dijo un refugiado ucraniano de Odessa.
En el lado rumano de la frontera, son recibidos con té caliente, comida y mantas. A las personas más vulnerables se les ofrecen habitaciones diminutas para sentarse y mantenerse calientes. Con cada día que pasa, la situación en la frontera se vuelve más organizada y la afluencia de refugiados se trata con mayor rapidez.
Autobuses o autos personales de voluntarios están esperando para llevarlos a sus destinos deseados. La mayoría de los ucranianos planean viajar más lejos porque tienen amigos o familiares en otros países europeos.
Algunos de los que quedan han sido alojados en casas u hoteles de rumanos, ya que muchas personas se han ofrecido como voluntarias para ayudar a sus vecinos ucranianos.