Los Porsche nunca me interesaron realmente hasta que fui mucho mayor. Cuando era niño, me atraían más los llamativos Lamborghinis y Ferraris de los años 80 y 90, como los dibujos animados igualmente coloridos y azucarados de los sábados por la mañana y los cereales para el desayuno de la época. Por otro lado, Porsche era para los “grandes” con polos y náuticos. Hoy, como un adulto que usa una camiseta y Chuck-Taylor, sigo sintiendo lo mismo, pero también “lo entiendo” ahora.
El 911 Carrera 4 GTS no fue mi primer Porsche, pero mi tiempo con él consolidó mi comprensión de lo que hizo que el 911 fuera una presencia tan antigua en el panteón de los autos deportivos. Si bien es tan elegante y moderno como la competencia, también se basa en todas las cualidades que hacen del Porsche 911 un auto deportivo serio y estelar, iterado y refinado tan cerca de la perfección como puede ser un whisky escocés bien añejado. Una vez que tienes experiencia con un automóvil como este, es muy fácil ver cuánto puede despreciar a sus rivales un leal fiel a la marca.